domingo, 15 de diciembre de 2013

Spiderman

Ritmo Pacífico

Hola amantes de lo friki soy Gri “yo” González y esto es Cine
El cine se basa en la fotografía un arte que data de hace casi 200 años
Hay muchos géneros de cine pero nosotros nos vamos a centrar en el área del cine de aventuras.

No son pocos los críticos que desprecian de forma automática el cine más comercial y sólo a regañadientes reconocen la valía de títulos muy concretos cuando éstos son aclamados de forma unánime —siempre queda alguno que parezca querer llevar la contraria sólo por llamar la atención, eso sí—. Es un reacción muy difícil de entender más allá de la no muy afortunada idea de que el cine que aspira a llegar a todos los públicos jamás podrá alcanzar la mitad del nivel mostrado por rareas más o menos acusadas, lo cual desemboca en multitud de ocasiones en dar la sensación de que el principal motivo para alabar determinado título es lo diferente que éste respecto a lo que se estrena habitualmente.
Soy el primero en criticar a un blockbuster cuando éste resulta ofensivo a la inteligencia o, siendo éste el mayor pecado en el que puede incurrir, se convierte en una experiencia aburrida por mucha explosión o interminable persecución con la que busque hacerme pasar un buen rato. Sin embargo, soy el primero en reconocer el gran nivel que puede alcanzar una superproducción, ya que no tiene sentido pedir exactamente lo mismo a toda obra y por ello no dudé en incluir a "Skyfall" (id, Sam Mendes) o ‘Los vengadores’ (‘The Avengers’, Joss Whedon) entre mis películas favoritas del año pasado. Hoy me toca hablados de "Pacific Rim" (id, Guillermo del Toro, 2013) y lo primero que puedo deciros es que la hubiera amado con todo mi ser de haberla visto con unos 12 años, pero lo que he encontrado con 29 años de edad es la película perfecta para mantener con vida a mi niño interior, ese que nunca deberíamos dejar morir.
Robots gigantes contra monstruos alienígenas

Me he cansado de leer comentarios emparentando a ‘Pacific Rim’ con la divertida ‘Transformers‘ (id, Michael Bay, 2007), la seminal ‘Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo‘ (‘Gojira’, Ishirô Honda, 1954) y la televisiva ‘Neon Genesis Evangelion‘ (1995), normalmente para quitar importancia a la primera o simplemente para reducir su existencia a una mera suma de lo que ya hemos visto en otras ocasiones cuando a la hora de la verdad son parecidos mucho más superficiales de lo que pueda parecer. De ‘Neon Genesis Evangelion’ apenas hay coincidencias en su premisa, porque los mechas japoneses van mucho más allá de este mítica serie y el tono excesivamente trascendental de aquella brilla aquí por su ausencia, mientras que del primer Godzilla no veo más que la similitud en el enfoque respetuoso hacia un tema a tratar más o menor parejo —estamos ante una invasión aleinígena y no ante monstruos creados por la irresponsabilidad humana— y el hecho de que ‘Pacific Rim’ esté dedicada a, entre otros, la memoria de Ishiro Honda.
Nos queda ‘Transformers’, con la que por encima de todo destaca un detalle que a algunos les parecerá insignificante, pero que yo encuentro esencial para poder conectar con mi yo de 12 años. Me refiero a la implicación humana en las batallas, y es que me sorprendería sobremanera que entre nuestros lectores haya alguno que no se divirtiese haciendo pelear a sus juguetes, por absurda o desequilibrada que pudiera ser la contienda. Es aquí donde la inspiración nipona resulta esencial, ya que la saga ‘Transformers’ obvia casi por completo la intervención humana más allá de la presencia como héroe improbable de Shia LaBeouf y tanto buenos como villanos no son más que amasijos de máquinas y metal como bien podrían haber sido cualquier otra cosa. En ‘Pacific Rim’ hay humanos controlando a los jaegers y es su pericia la que determina su triunfo o fracaso, mientras que los monstruosos kaijus van progresando y adaptándose a las capacidades de sus rivales.

Por suerte para todos, la tercera pata sobre la que se asienta el reparto de ‘Pacific Rim’ tiene una solidez indiscutible, ya que Idris Elba lo borda en un personaje que sólo tiene pequeñas lagunas por lo relativamente forzado que está en el guión el hecho de que funcione como elemento cohesionador de todas las tramas. Él no sólo no tiene la más mínima culpa de ello, sino que logra que pase casi completamente desapercibido al mismo que funciona como el eje espiritual de la función, lo cual alcanza su colofón en el épico discurso que suelta para motivar a sus tropas antes de la gran batalla final. Del resto del reparto poco tengo que decir más allá de lo simpático que me resultó el personaje de Charlie Day pese a que está constantemente bordeando la fina línea que separa lo gracioso de lo ridiculo.
Pese a haber destacado ya la que considero que es la mejor secuencia de la película, no me gustaría dejar de incidir en el maravilloso trabajo de dirección desplegado por Guillermo del Toro, quien así termina de diferenciar por completo su película de la franquicia robótica liderada por Michael Bay, y lo hace sin la ayuda de una banda sonora que ayude a resaltar lo emocional o lo emocionante, ya que la música de Ramin Djawadi carece de personalidad alguna —Del Toro debería plantearse el retomar su antigua relación profesional con Marco Beltrami, quien sí parecía entender mejor el tono de su obra—. Siempre resulta peligroso confiar demasiado en los efectos visuales, pero Del Toro hace gala de una gran capacidad para ser espectacular al mismo tiempo que no marea la perdiz con un montaje epiléptico o una puesta en escena confusa, ya que quiere que el espectador sea partícipe en todo momento de lo que sucede en pantalla.
Del Toro también demuestra, como ya pudo comprobarse en sus anteriores producciones hollywoodienses —o en ‘El laberinto del fauno‘ (id, 2006), aún hoy su mejor película—, una gran atención a los detalles visuales, ya que no sólo consigue epatar al espectador a través de su grandilocuencia, sino que, como comentaba antes, cuida los detalles que diferencian a las diferentes criaturas y dedica ideas diferentes a cada uno de los enfrentamientos entre jaegers y kaijus. Además, sus cintas americanas siempre han demostrado una querencia hacia los alivios cómicos bastante efectiva y ‘Pacific Rim’ no es una excepción a la regla.

No tengo problemas en decir que hubiera defendido a muerte que ‘Pacific Rim’ es la mejor película con mis compañeros de colegio, tampoco que hubiera flipado con ella de haberla visto siendo un adolescente, pero a estas alturas de mi vida me tengo que conformar con el gran entretenimiento para todos los públicos que es, viéndose esto fortalecido por el brillante acabado visual y el notable trabajo de Guillermo del Toro tras las cámaras y debilitado por un casting erróneo y un guión que podría haber dado más de sí pese a estar por encima de la media de este tipo de cintas en los últimos años. Con todo, no me cabe duda de que estamos ante una de las películas del verano tanto por méritos propios como por deméritos de otros títulos a priori mucho más estimulantes de lo que luego han acabado siendo como "Elysium" (id, Neill Blomkamp, 2013).

Si te ha gustado el post, no olvides hacer click en el botón me gusta de aquí abajo, puedes seguirme también a través de Facebook y twiter subo posts todos los martes y jueves nos vemooooooooos.


La rebelión de los Humanos

Hola amantes de lo friki soy Gri “yo” González y esto es Cine
El cine se basa en la fotografía un arte que data de hace casi 200 años
Hay muchos géneros de cine pero nosotros nos vamos a centrar en el área del cine de aventuras.

Llenas de buena voluntad y de una actitud claramente renovadora con respecto a la cinta original de Franklin J.Schaffner estrenada en 1968, las anteriores palabras de Tim Burton no hacen sino poner en evidencia, a raíz de los pésimos resultados artísticos cosechados por la cinta que hoy nos ocupa, la imposibilidad de mejorar una obra maestra indiscutible del cine de ciencia-ficción de todos los tiempos por no decir del séptimo arte en general, un filme atemporal a la par que sólo comprensible a través de la figura de su director y de la época en la que se rodó que, a título personal, nunca ha sido —y nunca será— susceptible de admitir nuevas miradas.
Como maniobra comercial al uso de las muchas que vemos al cabo de cualquier año, ‘El planeta de los simios’ (‘Planet of the Apes’, 2001) se explica sin ningún tipo de problemas, algo que no se puede afirmar en ningún momento acerca de la decisión de un cineasta tan distante de los mecanismos del Hollywood comercial como es Tim Burton, cuya visión de cómo hacer películas y de lo que éstas necesitan está a años luz de coincidir con la que gastan las majors norteamericanas, algo que la presente reinvención —no hablaremos de remake ya que no lo es— puso en evidencia de forma dolorosa para aquellos que, hace doce años, acudimos a los cines con ganas de encontrarnos con un extremo alarde de originalidad que, lamentablemente, nunca llegó.

Como quiera que ya dedicaré tiempo y ganas a hablar del filme de Schaffner en el ciclo de ciencia-ficción, baste decir que tanto éste como el que dirige Burton parten de la base que supone la novela original publicada en 1963 por Pierre Boulle. Reimaginada cinco años después bajo la personalidad del director de ‘Patton’ (id, 1970) y del legendario Rod Serling, con las páginas del literato francés encontramos muchos puntos en común en el fascinante filme que, al igual que el libro, parte de la idea de un mundo en el que el orden natural se ha invertido, siendo los monos los que controlan a los humanos. Pero si el libreto de Serling —y Michael Wilson— se aparta en no pocos momentos del relato original, en el tratamiento de William Broyles Jr., Lawrence Konner y Mark Rosenthal poco o nada hay de él más allá del sustrato básico.
Incapaz por su carácter de blockbuster de moverse por los sesudos derroteros que hacía tanto el manuscrito de Boulle como su predecesora, la cinta de Burton se establece en los constreñidos parámetros de un filme de ciencia-ficción de alto presupuesto que pretende reventar taquilla por el mero hecho de contar con un director de renombre y una trama poco compleja que no exija demasiado de los potenciales espectadores. Y así, lo que aquí encontramos es una historia que sigue a un piloto espacial que, tras verse atrapado en una tormenta temporal, es transportado a un mundo futuro en el que los simios son dueños y señores de los destinos de unos humanos que son perseguidos y convertidos en esclavos y animales de compañía.

Manejándose con extrema torpeza por las inamovibles estructuras del cine comercial, Burton es incapaz de orquestar una cinta medianamente entretenida que, al menos en el terreno visual pueda superar lo inane del devenir de una historia que, carente de originalidad —toda la que podía albergar ya se había gastado treinta y tres años antes—, dedica sus vanos esfuerzos a atraer la atención de la platea con la resultona pátina visual del filme, coronada de forma indiscutible con un maquillaje soberbio por parte de Rick Baker que resulta lo único positivo del completo desaguisado que es la cinta en cualquier nivel que quiera analizarse.
Nada hay que encontrar pues en la dirección de un Burton que fue el último de una extensa lista de directores en ser considerado para la tarea —por las manos de los ejecutivos de la Fox pasaron nombres como los de James Cameron, Chris Columbus, Sam Raimi, Robert Rodríguez, Joel Schumacher, Peter Jackson o Michael Bay—, y del personal estilo del director no queda ni rastro dada su notoria y declarada indisposición ante los trabajos de encargo: ni las escenas de acción, rodadas con desgana, ni las de exposición, planteadas con mayor apatía, son capaces de captar la atención del respetable, y la sensación última que transmite la realización de Burton es la de haber desaprovechado sobremanera una cinta que, bien controlada, podría haberse insertado a la perfección en su trayectoria.

Haciéndose eco de los sinsabores de la dirección, el trabajo interpretativo es, salvo alguna que otra excepción, poco o nada relevante. Adheridos a la componente de nada de ésta última definición, encontramos a todos y cada uno de los actores que aparecen sin capas y capas de maquillaje y, como máxima expresión de la absoluta carencia de aciertos en el casting de la parte “humana” tenemos a un Mark Wahlberg que no está a la altura por mucho que Tim Burton lo defendiera en su momento a capa y espada, un actor cuyo discurrir por la cinta, en el rol de héroe a la fuerza que termina adoptando, no hace sino provocar gran añoranza de cara a el inigualable Charlton Heston de la anterior versión, no encontrando ni en la anodina Estella Warren ni en la anecdótica presencia de Kris Kristofferson ni el menor resquicio de interés por insuflar vida a unos personajes poco menos que inertes.
Harina de costal son varios de los rostros que se ocultan tras el maravilloso maquillaje simio de Baker. Y aquí dos son las presencias que sobresalen por encima de la correcta media que aportan gentes como Michael Clarke Duncan, David Warner o Paul Giamatti —para el recuerdo queda la aparición de Charlton Heston, profiriendo en versión simio las mismas maldiciones que su Taylor exclamaba en ese mítico final del filme de Schaffner—, las de Helena Bonham Carter y, sobre todo, la de la fiereza que encarna un inmenso Tim Roth, alumno aventajado de la “escuela de monos” que se montó bajo la dirección de un antiguo miembro del Circo del Sol para lograr que los artistas combinaran como lo hacen gesticulaciones humanas y simiescas.

No cabe tampoco buscar rasgos de brillantez en la anodina y funcional banda sonora de un apagado Danny Elfman, cuyo trabajo se acomoda en oscuras orquestaciones y un tema principal de ecos “salvajes” que, por muy bien que puedan llegar a ajustarse a las imágenes rodadas por Burton, palidecen en la comparación con la brutalidad que Jerry Goldsmith había arrancado a la orquesta en su significativa y rompedora partitura para la anterior versión, consiguiendo momentos de gran desasosiego —todo el inicio en el desierto, el tema de la caza…— que Elfman trata de emular sin lograrlo.
Afortunadamente para Burton, ‘El planeta de los simios’ se saldó en la taquilla con unos espléndidos resultados comerciales que la llevaron a convertirse en la segunda cinta más taquillera de la trayectoria del cineasta de Burbank sólo por detrás de ‘Batman’ (id, 1989). Un puesto que ambas terminarían perdiendo de mano de dos títulos posteriores pero que no sirvieron para aliviar la incómoda situación de un cineasta que con su siguiente filme declararía con autoridad incuestionable el tipo de cine en el que mejor desarrolla sus filias y obsesiones. Un tipo de cine respecto del cual la cinta que hoy nos ha ocupado está en el extremo opuesto del espectro.

Si te ha gustado el post, no olvides hacer click en el botón me gusta de aquí abajo, puedes seguirme también a través de Facebook y twiter subo posts todos los martes y jueves nos vemooooooooos.



Yipi ka yei

Hola amantes de lo friki soy Gri “yo” González y esto es Cine
El cine se basa en la fotografía un arte que data de hace casi 200 años
Hay muchos géneros de cine pero nosotros nos vamos a centrar en el área del cine de aventuras.

Este pasado viernes llegaba a los videoclubs de toda España ‘Red 2‘ (id, Dean Parisot, 2013), una nueva demostración del arrollador carisma que posee Bruce Willis a la hora de elevar una película por encima de su auténtico interés gracias a su mera presencia. Sin embargo, esto no siempre es suficiente y en los últimos años casi se ha convertido en una rutina el verle en algún bodrio insoportable, pero Willis es uno de los pocos actores que sólo con aparecer en ella consigue crearme poco menos que la necesidad de ver una película que tiene toda la pinta de ser un sacacuartos indignante.
Afortunadamente para todos, Bruce Willis también se ha dejado ver en varias grandes películas a lo largo de su dilatada carrera, a veces recurriendo a su inagotable carisma y otras echando mano de unos recursos interpretativos que utiliza con menos frecuencia de la deseada. Hoy quiero centrarme en el lado más interesante de su carrera y comentaros cuáles considero que son las mejores películas protagonizadas por Bruce Willis, entre la que ya os adelanto que no se encuentra la simpática ‘Red 2’. Vamos allá.
‘Doce monos’

Creo firmemente que se abusa demasiado de la calificación de obra maestra a la hora de valorar las películas, pero esta película de Terry Gilliam es una de las pocos a las que yo considero como tal. Un apasionante y elaborado guión creado a partir de la mítica ‘La Jetée‘ (id, Chris Marker, 1962), la imaginación para la puesta en escena de su director y la precisión mostrada en esta ocasión —Gilliam siempre ha tendido a la dispersión, dejándonos secuencias tan potentes como irregular era la totalidad de la obra— y el soberbio trabajo de sus protagonistas, en especial de Brad Pitt y el propio Willis, la convierten en una cinta imprescindible a la que no encuentro pega alguna que me moleste lo más mínimo.
‘El protegido’

Ya os hablé de ‘El protegido‘ (‘Unbreakable’,M. Night Shyamalan, 2000) cuando os comenté cinco secuelas que sí creo que deberían hacerse, por lo que, para no repetirme demasiado, me limitaré a alabar la minuciosa forma de su director para proponernos un relato de superhéroes sin que seamos conscientes de ello hasta muy avanzada la película a la par que vuelve a deleitarnos con su innegable talento para la puesta en escena —de algunas cintas de Shyamalan pueden decirse cosas muy malas, pero raro es encontrar algo discutible en su labor de dirección—. Centrándonos en Willis, compone un personaje muy humano que engancha el interés del espectador muy pronto para no volver a soltarlo hasta que aparecen los créditos finales, agradeciéndose también sobremanera la presencia de Samuel L. Jackson.
‘Sin City (Ciudad del pecado)’

Hace ya tiempo que he perdido interés en las adaptaciones que se limitan a reproducir con precisión milimétrica el material de partida, ya que no no estoy interesado en ver una traducción cinematográfica, sino un ente propio que respete el material de partida al mismo tiempo que ofrezca su propia voz. Una vez dicho esto puede sonar contradictoria la inclusión de este salto al cine de una de las famosas creaciones de Frank Miller, pero durante su visionado estoy tan obnubilado que no me importa pasar soluciones —el uso de la voz en off cada dos por tres para contarnos cosas que ya estamos viendo suceder— que en otros casos podrían molestarme hasta límites insospechados. Además, la historia protagonizada por Willis es mi favorita de las incluidas, por lo que más motivo para que aparezca precisamente en esta lista.
‘Jungla de cristal’ y ‘Jungla de cristal III: La venganza’

John McClane fue el personaje que, con todo merecimiento, convirtió a Bruce Willis en una estrella, y a pocos amantes del cine de acción sorprenderá el hecho de que sus mejores aventuras sean precisamente las dirigidas por John McTiernan. Sé que lo más ortodoxo sería haberme decantado únicamente por la primera, donde todo funciona como un perfecto mecanismo de relojería, pero pocas películas en mi vida me han ofrecido tanta diversión y entretenimiento como la tercera las innumerables veces que la he visto, donde quedó claro la gran química que tiene con Samuel L. Jackson —¿por qué no han trabajado juntos más veces?— y lo maravilloso que es Willis dando vida a un héroe cascado y casi paródico en lugar de un superhombre sin apenas personalidad como sucedió en la horrible quinta entrega.
‘Pulp Fiction’

Mi compañero Alberto llegó a hacer una lista en la que proponía 500 películas que él creía superiores a este segundo largometraje de Quentin Tarantino, pero yo creo que en el mejor de los casos podría llegar a enumerar 300 títulos que considero superiores a ‘Pulp Fiction‘ (1994), entre ellos al menos uno del mismo director. Es obvio que sus diálogos, que en algún caso concreto pueden haber quedado algo desfasados, son su punto fuerte, pero las historias particulares enganchan con una facilidad equiparable a lo extraordinariamente bien que funciona el conjunto, por no hablar de un reparto tan amplio como los esfuerzos de todos ellos para dar lo mejor de sí mismos —o al menos hacer todo lo posible por lograrlo—.

Antes de que me lluevan las piedras por haber incluido o dejado fuera determinado título, me gustaría recordaros que esto es una selección personal y participaré gustoso con todo aquel comentarista que desde el respeto quiera cuestionar alguna de mis elecciones. Como apunte innecesario pero que estoy deseando hacer, me ha dolido dejar fuera de la lista a cintas como ‘Moonrise Kingdom‘ (id, Wes Anderson, 2011), ‘Looper‘ (id, Rian Johnson, 2012), ‘Planet Terror‘ (id, Robert Rodriguez, 2007) o ‘El sexto sentido‘ (‘The Sixth Sense’, M. Night Shyamalan, 1999). Os toca a vosotros.

Si te ha gustado el post, no olvides hacer click en el botón me gusta de aquí abajo, puedes seguirme también a través de Facebook y twiter subo posts todos los martes y jueves nos vemooooooooos.



Crumb, del papel a la pantalla

Hola amantes de lo friki soy Gri “yo” González y esto es Cine y Cómic
El cine se basa en la fotografía un arte que data de hace casi 200 años y el cómic, unos diecisiete mil
Hay muchos géneros de cine y cómic pero nosotros nos vamos a centrar hoy en el área del arte underground.

Sin Robert Crumb no existiría el cómic underground estadounidense. Figura fundamental para entender los procesos que llevarían a la aparición de ese otro tipo de arte secuencial tan sumamente diferente del que hasta los sesenta había dominado el mercado editorial norteamericano, la vida de éste artista nacido en Philadelphia que quería ser dibujante de cómics cambió “gracias” a la influencia del LSD, ya que fue a raíz de probarlo que dejó su trabajo en una compañía de tarjetas de felicitación para mudarse de Nueva York a San Francisco y comenzar una trayectoria que abarca ya cinco largas décadas.
De entre todas sus incontables creaciones —una gran mayoría de las cuales han sido publicadas en nuestro país por La Cúpula, editorial “oficial” del autor— una de las más tempranas y que mayor reconocimiento aportó al dibujante en su momento fue ‘Fritz, el gato caliente’, un personaje que Crumb había creado en 1959 junto a su hermano Charles y que, tras muchas tiras que el norteamericano dibujó para su propia diversión, terminó viendo la luz en las páginas de ‘Help!’, un magazine publicado por el legendario Harvey Kurtzman, antiguo editor de la no menos legendaria revista ‘MAD’

Publicado de forma irregular, debido al errático carácter del autor, si hay algo que habla mejor que cualquier posible loa acerca de la repercusión que tuvo el irreverentísimo personaje, es que Crumb sólo llegó a producir poco menos de 100 páginas de las aventuras de su felino, unas páginas que fueron más que suficientes para encender la imaginación de una generación de lectores e inflamar las ansias de los mismos por títulos que ninguna relación tuvieran con tipos vestidos con mallas.
Uno de aquellos lectores en los que Fritz causó mella fue Ralph Bakshi, un joven dibujante de animación que tras trabajar para Paramount había abierto su propio estudio en 1968 y que, dando con una copia de uno de los primeros recopilatorios que se editaron del personaje en 1969, tomó la determinación de que la traslación a la gran pantalla del “minino” supondría su debut en el séptimo arte como realizador. Acto seguido, Bakshi contactó con el productor Steve Krantz, y entre los dos trataron de convencer en vano de la viabilidad del filme a un Crumb que finalmente rechazó cualquier acuerdo posible, llegando a rodarse la cinta gracias a la providencial intervención de la esposa del artista por aquellos años.

Con los derechos del personaje ya en su propiedad, una de las mayores dificultades que encontraron Bakshi y Krantz a la hora de poder comenzar con la dificultosa producción que siempre acarrea un dibujo animado fue dar con un estudio que estuviera dispuesto a respaldarlos, y tras varios intentos frustrados se toparon con la aprobación inicial de la Warner. Pero con lo que los ejecutivos de la major no contaban era con el elevado tono sexual que la cinta iba a enarbolar, y el primer pase de material con la secuencia de quince minutos que se desarrolla en Harlem dejó muy claro que Warner sólo iba a permanecer a bordo de la empresa bajo unas estrictas condiciones. Recuerda Bakshi al respecto que:
Tenías que haber visto sus caras en la sala cuando les mostré la cinta. Recordaré sus caras hasta que muera. Uno de ellos incluso se levantó y se fue. Joder, tenías que haber visto su cara. Me dijeron “¡Esta no es la película que te hemos permitido hacer¡” , a lo que yo contesté “Y una mierda, ya la he hecho”.

Las condiciones impuestas por Warner, una disminución considerable del contenido de sexo y la contratación de estrellas para doblar a los personajes, fueron rechazadas por Bakshi, y finalmente serían Cinemation Pictures, una compañía que esperaba poder exhibir el filme como parte de sus producciones grindhouse, y Saul Saentz quienes pondrían los fondos necesarios para que Bakshi pudiera finalizar una cinta que se basaba en tres historias diferentes del personaje y cuyo estilo de animación pretendía ser completamente rompedor para lo que hasta entonces se había visto en las cintas de dibujos animados, un mundo marcado, cómo no, por el sello Disney.
Tanto llega a alejarse la cinta de lo que la compañía del ratón Mickey supone que, en ese tono tan brutalmente irreverente que el metraje lleva por bandera desde el primer minuto, hay dos o tres ocasiones en que las puyas a Disney son directas, siendo la más brutal de todas ellas aquella en que las siluetas de unos personajes que son claramente identificables como Mickey, Minnie y Donald, jalean a unos aviones del ejército norteamericano cuando se disponen a bombardear con napalm uno de los barrios raciales en los que discurre la acción. Sutil ¿verdad?.

Y es que esa cualidad no abunda precisamente en un filme que desde su secuencia de apertura deja claro que, por mucho que venga interpretada por animales antropomorfizados, lo que aquí se va a tratar son temas de candente actualidad…de la década de los setenta, claro. Así, al margen de la obsesión de Fritz por el sexo, que ocupa la primera secuencia larga del filme con una orgía en ¡una bañera!, la conversación que mantienen esos obreros de la construcción en los minutos iniciales versa sobre el consumo de drogas y el clima político y social de la época, ejes temáticos que vertebrarán una cinta en la que es muy normal ver a “graciosos animalitos” fumando cannabis o inyectándose heroína, felicitándose entre sí por la decisión del gobierno de enviar armas a Israel o cometiendo delitos de diversa índole como si tal cosa.

Es muy evidente pues que ‘El gato caliente’ no es un filme apto para chavales, una franja de edad que, desafortunadamente, se ve ampliada sobremanera por lo anclado que están todos los discursos de la cinta en una época y un lugar determinados, tan anclados que, salvo algún apunte más universal, si el espectador desconoce cómo era la vida en el Nueva York —y por extensión, en Estados Unidos— más reivindicativo de hace cuarenta años, es muy probable que el rechazo hacia lo que propone Bakshi en la cinta sea casi inmediato.
Añadiéndose a esto, y para agravar aún más los problemas del filme, su carácter episódico y casi carente de solución de continuidad entre secuencia y secuencia, provoca que las diversas aventuras de Fritz por la gran manzana se atiendan con desigual interés, por mucho que la producción siga conservando lo arriesgado de su apuesta y lo novedoso de su animación cuatro décadas más tarde.

Primer filme de “dibujitos” en ser calificado X, y aún a pesar de su limitada distribución, ‘El gato caliente’ llegó a recaudar unos 100 millones de dólares convirtiéndose en la película de animación independiente más taquillero de la historia. Testimonio vivo, como hemos dicho, de una época de gran agitación, la cinta ha perdido parte de su potente carácter reivindicativo vista a través de los ojos de un ciudadano del s.XXI, pero su valor histórico hace que sea una parada imprescindible para el cinéfilo amante del género animado y, qué duda cabe, de los cómics, albergando muy pocos valores para aquellos que no se adscriban a ambos grupos.

Si te ha gustado el post, no olvides hacer click en el botón me gusta de aquí abajo, puedes seguirme también a través de Facebook y twiter subo posts todos los martes y jueves nos vemooooooooos.